La enfermedad de Newcastle es causada por un Paramixovirus aviar tipo 1 (APMV-1) y forma parte de la lista de enfermedades de emergencia del código zoosanitario internacional de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), cuya notificación es obligatoria. Este virus es altamente contagioso y afecta a muchas especies de aves, causando altas tasas de mortalidad y fuertes pérdidas económicas para la industria avícola a nivel mundial. De acuerdo a su patogenicidad, los virus de Newcastle se clasifican en cepas altamente virulentas (velogénicas), intermedias (mesogénicas), de baja virulencia (lentogénicas) y apatógenas.
La enfermedad de Newcastle fue diagnosticada por primera vez en Argentina, en el año 1961, concomitantemente con el desarrollo de la avicultura industrial en el país. El último foco con características epizoóticas, producido por una cepa velogénica viscerotrópica, fue registrado en el año 1987 en pollos de engorde.
A nivel mundial, además de las buenas prácticas de bioseguridad, el control de la enfermedad se basa en la vacunación preventiva de las aves, utilizando virus vivos lentogénicos o apatógenos, o una combinación de vacunas vivas e inactivadas en función de la epidemiología del virus y el ciclo productivo de las distintas categorías de aves. Las estrategias actuales de vacunación pueden ser efectivas en el control de la enfermedad pero existen varios aspectos que condicionan el desarrollo de la respuesta inmune y el desempeño productivo de las aves. Al utilizar vacunas a virus vivo, no es posible eliminar la replicación y la excreción viral al ambiente, así como los efectos adversos de la vacunación (reacciones post-vacunales exacerbadas). Por otro lado, las vacunas a virus vivo para la enfermedad de Newcastle son usualmente aplicadas a las aves al día de vida en la planta de incubación o durante las primeras semanas de vida, donde los anticuerpos maternales pueden interferir con el desarrollo de la inmunidad activa contra la enfermedad.
En función de las limitaciones de los actuales programas de vacunación, la enfermedad continúa siendo una enorme amenaza para la industria avícola, es por eso que son requeridas nuevas soluciones para un mejor y simple control de la enfermedad.
En los últimos años, Ceva desarrolló un nuevo concepto para la protección contra la enfermedad de Newcastle utilizando tecnología vectorizada. Una vacuna vectorizada es un virus vacunal que ha sido modificado para expresar nuevos antígenos. El vector de la vacuna es un herpes virus del pavo (HVT); una conocida, segura y estable vacuna contra la enfermedad de Marek. El virus donante es la cepa D26 del virus de Newcastle. Uno de sus genes, el gen de la proteína F ha sido seleccionado por su capacidad de inducir fuerte protección contra la infección producida por el virus de Newcastle. Para el desarrollo de la vacuna, el gen de la proteína F ha sido insertado dentro del genoma del virus HVT sin afectar la capacidad de replicación del virus vacunal de Marek y con capacidad para generar protección frente a la enfermedad de Newcastle.
La protección se basa en la fuerte respuesta de tipo celular que el HVT induce y que adicionalmente, al expresar la proteína F del virus de Newcastle, genera anticuerpos neutralizantes. Tan sólo los anticuerpos contra la proteína F evitan la transmisión del virus de célula a célula.
En condiciones de campo, el virus de la enfermedad de Newcastle ingresa al ave por inhalación o ingestión. La proteína viral F regula la fusión de la envoltura viral con la membrana de la célula huésped lo que permite la penetración del genoma viral en el citoplasma. El virus replica dentro de la célula, la cual es luego destruida al final del ciclo de replicación. Las células infectadas expresan la proteína F y son capaces de unirse a células adyacentes llevando a la destrucción de una gran parte del tejido infectado.
Cuando un ave vacunada con HVT-NDV tiene contacto con el virus de Newcastle, la infección es reducida por bloqueo de la fusión del virus y las membranas de la célula huésped, y por bloqueo de la fusión de células adyacentes.
La vacuna vectorizada HVT-NDV induce una protección muy fuerte contra la enfermedad de Newcastle sin excreción de virus vacunal al ambiente, lo que la hace extremadamente segura, ya que no se debe exponer a las aves a virus vivos. Además, no hay ninguna interacción con otras vacunas respiratorias, tales como la bronquitis infecciosa ya que el virus de Newcastle no se replica en el tracto respiratorio de las aves. Por otro lado, debido a los ciclos de replicación periódicos del HVT, la inmunidad contra la enfermedad de Newcastle está constantemente reforzada, favoreciendo una protección de larga duración. La vacuna supera completamente el problema de interferencia con los anticuerpos maternales frente a Newcastle, que otras vacunas vivas enfrentan cuando se aplican al día de vida. Un aspecto no menos importante es la posibilidad de inmunizar frente a la enfermedad de Marek y Newcastle en forma combinada con una sola dosis ya sea aplicada in ovo (a los 18 días de incubación) o al día de vida en forma subcutánea. Esta metodología de vacunación asegura una mayor eficiencia de aplicación y control frente a vacunaciones masivas o en el campo.